martes, 25 de febrero de 2014

La Tormenta (La primera frase)

En el mes del amor y la amistad no venimos con el típico ejercicio que desborda miel por los cuatro costados. Pero para que nadie extrañe al buen San Valentín, Adictos a la Escritura organizó un pequeño especial con temática amorosa, mismo que puede ser leído aquí o aquí. En esta entrada nos dedicaremos al ejercicio oficial de febrero.

     En esta ocasión la consigna fue bastante peculiar: se debía tomar la primera frase de un libro y desarrollar una historia completamente original a partir de ella. Para fines prácticos, entenderemos como una frase completa aquella que desarrolla una idea completa, valga la redundancia. Al principio pensé en tomar una frase de alguno de los libros de Stephenie Meyer o de Paulo Cohelo, pero mejorar sus historia no consistía en reto alguno para mí.

     Así, me decanté por tomar la primera frase del libro Mala Yerba, del autor mexicano Mariano Azuela. Su libro es una novela costumbrista que versa, entre otras cosas, del régimen hacendatario de finales del siglo antepasado. Pero mi historia es por completo diversa.

     Y, sin más dilación, comenzamos.


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La tormenta (Mala Yerba).

Encorvado y trémulo, apoyándose en un leño a guisa de bordón, salió señor Pablo de una mísera casuca. Llevaba a cuestas los años, pero no eran éstos los que le pesaban. Con frecuencia solía decirle a la gente que, de tanto ver morir gente a su alrededor durante las revueltas campesinas, ya estaba acostumbrado al tufo de la muerte.

     —Puede venir por mí cuando quiera —solía decir y, en seguida, enseñaba sus manos huesudas—. Nada más mírame. Ya soy más calavera que persona.


     Y nadie se atrevía a contradecirlo. Ya no tenía fuerzas para levantar su improvisado bastón y apalear con él a los mocosos impertinentes del pueblo, como hacía antaño, pero su voz conservaba aún todo el vigor de su mocedad. Le bastaba con proferir una sola palabra desde el fondo de su pecho para acallar hasta el más bravo de los rancheros. 

     Incluso corría una leyenda sobre señor Pablo. Entre hombres y mujeres, desde los campos de cultivo hasta los oscuros y humeados fogones de las casitas, se rumoraba que aquél anciano traía dentro de sí a la misma tormenta. Y que, con su voluntad sola, podía hacer llover sobre el pueblo o provocar inclementes sequías.

     Hace mucho tiempo un mozalbete, al que todavía no lo había acabado de salir bien el primer bigote, tuvo la osadía de preguntarle a señor Pablo sobre la veracidad de tal leyenda. El anciano, que aún conservaba su fuerza, tomó su bastón y azotó de tal manera al muchacho que le rompió un brazo y tres de sus costillas. Ese mismo año, una sequía intensa se llevó consigo a cientos de cabezas de ganado y a otras tantas hectáreas de maíz y frijol.

     Sin embargo, los “poderes” de señor Pablo tenían sus detractores. Este selecto grupo argumentaba repetidas ocasiones en las que señor Pablo había fallado en predicciones de lluvia o de sequía. 

     Sea como fuere, la gente continuaba llamando “La Tormenta” a señor Pablo. Hasta sus detractores respetaban tal mote. Era ya un viejo tembloroso y enjuto, pero en su voz aún llevaba a los nubarrones y al trueno.

     Señor Pablo salía siempre de su casa al rayar el alba, apoyado en un leño pues las piernas ya no lo sostenían con la misma eficacia de antes, y se quedaba mirando un buen rato hacia el horizonte, directo a donde salía el sol. Volvía luego a la oscuridad de su jacal y no se asomaba de nuevo sino hasta el mediodía.

     Pero en aquella ocasión particular, después de haber contemplado el amanecer más tiempo de lo acostumbrado, señor Pablo no volvió a su casa, sino que se fue directamente al pueblo. Una vez ahí se sentó en una banca de la plaza y conversó largo y tendido con el vendedor de pulque. Al irse, justo al atardecer, le dirigió unas últimas palabras con aire torvo y misterioso:

     —Ni una tormenta más para este pueblo. Ni una sola gota de agua para esta tierra.

     El vendedor de pulque, hombre poco acostumbrado a reflexionar y a pensar, se quedó contemplando a señor Pablo mientras éste se alejaba. No había terminado el anciano de salir del pueblo, cuando el vendedor ya había olvidado sus palabras. 

     A la mañana siguiente, señor Pablo fue encontrado muerto por un vecino que solía frecuentarlo ese día de la semana.

     Y así como el agua se desparrama sin compasión por la tierra si se la deja caer, la noticia del deceso de “La Tormenta” inundó el pueblo. No habían dado ni las once de la mañana cuando una copiosa multitud rodeaba la vieja choza de señor Pablo. En el interior, las autoridades del pueblo indagaban y ultimaban todos los detalles para su funeral. Como el finado no tenía familia conocida, tendría que ser enterrado en una fosa común del panteón municipal.

     Precisamente el día en que el cadáver de “La Tormenta” descendió a las profundidades de la tierra, comenzó una intensa sequía que duró cerca de dos años en el pueblo. Sobra decir que en ese lapso de tiempo señor Pablo vio aumentada considerablemente la población en su última morada.

     Los pobladores, que ya habían acudido a todos las técnicas religiosas a su alcance, acudieron finalmente a la tumba de señor Pablo, instigados principalmente por el vendedor de pulque que a últimas fechas había logrado recordar las palabras finales de aquél viejo. Hasta sus detractores estaban convencidos de que “La Tormenta” tenía algo que ver con la sequía.

     Al principio comenzaron a rezarle, como si de un santo se tratara, y cuando pasaron las semanas sin resultado alguno, un intrépido se atrevió a hacer lo impronunciable: comenzó a cavar y extrajo de la árida tierra el cadáver putrefacto de señor Pablo, que a esas alturas estaba convertido en un esqueleto negruzco con apenas uno que otro jirón de carne adherido a los huesos.

     Con el fin de obligar al anciano para que hiciera llover nuevamente, los pobladores tomaron los restos de señor Pablo y los arrastraron por la plaza principal. La macabra procesión terminó con la osamenta de aquel viejo colgada de un árbol junto al ayuntamiento. Todavía estaban bamboleándose sus huesos cuando un aire súbito llenó el cielo de oscuros nubarrones.

     La gente comenzó a celebrar con gran algarabía en torno a los restos de señor Pablo, con baile, bebidas y otra clase de desenfrenos igual de placenteros. Sin embargo, cuando comenzó a llover, toda su alegría se transformó en temor y desesperación. Muchos corrieron a la cercana iglesia implorando protección y misericordia. Los que se quedaron fuera comenzaron a gritar y a darse de golpes contra el suelo. Otros más intentaban pedir perdón a señor Pablo. Pero ya era muy tarde.

     Del cielo caían gruesas gotas de sangre.

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Ya sé que el estilo es deficiente, pero estos pequeños ejercicios los hago sobre la hora y ciertamente no hallo tiempo para corregirlos apropiadamente. Así mismo, quiero pedir disculpas por los posibles regionalismos que podrían hallado a lo largo del relato. Escribir utilizando tales palabras no es propio de mí, pero al estar basada la historia en una novela de Mariano Azuela (quien haya leído al autor sabrá de lo que hablo), me fue difícil separarme de esas expresiones.

Y sin más por el momento, quedo a su merced en los comentarios. Hasta luego.

16 comentarios:

  1. Pues yo no sé qué dices con estilo deficiente, ¡a mí me gustó muchísimo, tanto en forma como en fondo! La ambientación es excelente, la trama es tensa, fácil de seguir y los regionalismos no hacen sino añadir a su carácter. El ritmo es muy rápido también. Si acaso un par de detalles:

    1. En lugar de decir "A la mañana siguiente, señor Pablo fue encontrado muerto por un vecino que solía frecuentarlo ese día de la semana" yo lo dejaría en "A la mañana siguiente, el señor Pablo fue encontrado muerto". La explicación le quita fuerza a la frase y no hace falta.

    2. Al final, decir: "Otros más intentaban pedir perdón al señor Pablo, pero ya era muy tarde" (cambiar el punto por la coma, le da más velocidad a un final vertiginoso).

    Revisa el texto, creo que le falta un par de artículos aquí o allá, pero una vez arreglado a mí me parece un cuento bien genial :)

    Abrazos!

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  2. Hola. De estilo deficiente nada, eh, todo lo contrario. Muy bien narrado; ágil y mantienes la atención del lector hasta el final. Coincido con Taty en lo que te dice sobre los regionalismos. Es una buena historia, enhorabuena. Saludos

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  3. Buena elección la de Mala yerba. Ese libro lo leí hace muchos años y puedo decir que tu relato tiene cierta similitud con lo que narra Mariano Azuela en su libro.
    Te quedó muy bien, me gustó: Doña Ku

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  4. Pues no sé, yo coincido con las demás chicas, a mí me gustó mucho el relato!! Está muy bien narrado, mantienes el tono de principio a fin y señor Pablo es genial!! Me encantan esos viejos que le dan de bastonazos a la gente. Algún día quiero ser así, jajaja
    Aparte de los consejos de Taty, te sugiero revisar la frase del mozuelo al que aún no le había terminado de salir el bigote...

    Saludos!!

    Pd: el título del libro??

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    1. Hola Maga. Gracias a ti y a todas las demás por pasarse por aquí (hasta ahora me voy dando cuenta de que las cuatro son mujeres). No sé, pero yo tenía la idea de que el relato tenía deficiencias graves. Igual y ya estoy loco, pero sí me hace falta darme tiempo para revisar lo que escribo.

      Respondiendo a tu pregunta concreta, el libro se llama "Mala Yerba", de Mariano Azuela. Es difícil de hallar en México (según yo), así que si quieres conocer a este autor en una obra más madura te recomiendo que leas "Los de Abajo". Si no eres mexicana, se te va a complicar mucho entender tanto el lenguaje de los personajes como el contexto, pero ahí están ya las referencias.

      Nos leemos luego, que estés bien.

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    2. Excelente, gracias!! Me encantan los regionalismos mexicanos. En realidad me gusta mucho de su cultura :-)
      Qué estés bien también tú!!

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  5. Buenas noches:

    El relato me ha encantado. Sin embargo, considero que esta historia tendria mayor verosimilitud si las gotas al final fueran de agua y no de sangre.
    Al ser gotas de agua se confirma la leyenda y se cierra el relato. Siendo gotas de sangre surgen cuestionamientos que dejan inconclusa la historia...

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  6. Pues a mí me ha gustado y los regionalismos utilizados más bien me parecieron necesarios para ambientar el relato geográficamente y no me han entorpecido la lecturas, a pesar de no ser mexicana. El cuento me ha gustado y hasta me ha parecido gracioso el final de los nubarrones. ¡Un beso!

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  7. Un cuento muy bien narrado, me ha gustado mucho. Enhorabuena.

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  8. Un relato muy buen estructurado, genial diría yo. De los que he leído es sin duda el que más me ha gustado. Mi más sincera enhorabuena adicto.
    Por cierto, yo disiento con otro adicto de que debía llover agua, es el final que debía ser, llover sangre por el ultraje a su persona.
    Un saludo.

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  9. Muy buen relato, sigue el ritmo de la primera frase. Me parece que a pesar que hacerlo a última hora, no se nota. Me parece que "lapso de tiempo" se puede acortar simplemente con lapso.

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  10. El estilo está bien a mi ver (y por lo que leo al de la mayoría). Te iba a poner la pega de los regionalismos, no por este texto en concreto. Era por si en un futuro seguías usándolos de cara a una publicación más internacional podría plantearte problemas (para mí, esto es lo primero tuyo que leo ya que soy novatillo en el grupo y no sabía si era tu estilo o no). Pero veo que ya eres consciente tú de ello y lo comentas. A mí me ha gustado y no le veo ningún fallo grave, por el que debas disculparte.

    Un abracete
    Antonio V. García.

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  11. Muy interesante, y con sorprendente final, buen castigo para quienes osaron interrumpir el descanso eterno, felicitaciones :)

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  12. ¡En realidad es muy bueno tu relato, no te disculpes! Yo soy mexicana pero no he leído a este autor, creo que tu relato está muy bien narrado, y la historia es muy sencilla, a mí me indigna que se hayan atrevido a profanar el cuerpo, independientemente del designio del señor Pablo, creo que se merecían ese rotundo final. ¡Genial relato! ¡Saludos!

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  13. Me equivoque, quise decir que la historia es muy sentida, no sencilla. Realmente me conmovió.

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  14. Enhorabuena por ser el "Adicto del mes", muy merecida la elección.

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